Banderas de los países que participaron en la primera Cumbre UE-Asia Central en Samarcanda, Uzbekistán, el 3 de abril de 2025. GETTY.

El creciente compromiso de Europa en Asia Central

Mientras que la competencia geopolítica en Asia Central sigue estando dominada por China, Estados Unidos, Arabia Saudí y otros países, Bruselas se posiciona cada vez más como un socio creíble a largo plazo.
Mavjuda Akramova Ochs
 |  13 de junio de 2025

Asia Central, que comprende Kazajistán, Uzbekistán, Tayikistán, Turkmenistán y Kirguistán, vuelve a situarse en el centro del tablero geopolítico. Las vastas reservas de petróleo y gas de la región —casi el 3 % de las reservas probadas de petróleo del mundo y más del 12 % de las de gas natural— han marcado históricamente sus relaciones exteriores.

Sin embargo, su verdadero valor estratégico para la Unión Europea reside hoy en día en su potencial en materia de energías renovables y en su creciente oferta de materias primas esenciales (MPE). La región produce actualmente 19 de las 34 MPE que necesita la UE, entre ellas litio, cobalto y níquel, y tiene previsto ampliar esta cifra a 21. A largo plazo, esto podría contribuir a contrarrestar el dominio de China en el mercado mundial de las MPE. Además, gracias a sus favorables condiciones geográficas y climáticas, la región cuenta con un inmenso potencial energético renovable sin explotar, especialmente en energía solar, eólica e hidráulica, que a menudo se consideran el motor de la futura economía mundial.

 

El papel de Asia Central en el cálculo estratégico de la UE

La UE, que acogió la primera cumbre UE-Asia Central en Bruselas el pasado mes de abril, es el segundo socio comercial de la región y su mayor inversor extranjero, con más del 40 % del total de la inversión extranjera directa (IED) en la región. Durante la última década, las exportaciones de la UE aumentaron un 99,5 %, mientras que las importaciones crecieron un 42,6 %. En 2023, el comercio entre la UE y Asia Central alcanzó los 59 000 millones de euros.

Sin embargo, este impresionante crecimiento no es solo el resultado de la alineación estratégica y comercial. Un análisis más matizado indica que parte del aumento del comercio probablemente esté relacionado con la elusión de las sanciones impuestas a Rusia. Las conclusiones del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) sugieren que alrededor del 30 % de las exportaciones de la UE a Asia Central que incluyen bienes sancionados pueden ser desviadas a través de Kazajistán y Kirguistán, lo que apunta a la existencia de redes de evasión de sanciones. El instituto ifo de Alemania informa de que, desde marzo de 2022, los países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), incluidos los de Asia Central, han suministrado el 8 % de las importaciones militares de Rusia y el 3 % de sus bienes críticos para la economía.

En cierto modo, esto no hace sino subrayar la creciente relevancia estratégica de Asia Central. En este contexto, la iniciativa Global Gateway de la UE pretende liberar el enorme potencial de la región en materia de energías renovables e hidrógeno verde, garantizar el acceso a los CRM y apoyar los esfuerzos de Asia Central para reducir su dependencia de China.

El desarrollo del Corredor de Transporte Transcaspiano (Corredor Medio) y la expansión de las infraestructuras de energía verde son elementos fundamentales de esta agenda. Como pilar estratégico de la acción exterior de la UE, sirve de enlace multimodal para el comercio y la energía a través del Cáucaso Meridional y el Mar Negro. Tiene el potencial de reducir a la mitad los tiempos de transporte y triplicar el volumen del comercio para 2030. Más allá de la logística, se prevé que sea una vía para las exportaciones de energía y para fomentar los beneficios económicos y medioambientales mutuos.

Estas ambiciones estratégicas cobraron un nuevo impulso con la primera Cumbre UE-Asia Central, celebrada en abril de 2025 en Samarcanda, capital de Uzbekistán y centro histórico de la Ruta de la Seda. La cumbre marcó un hito estratégico, al abrir un nuevo capítulo en las relaciones y elevar la asociación a un nivel más completo y con visión de futuro.

Aprovechando este impulso, la UE anunció un paquete de inversiones de 12 000 millones de euros s través de la iniciativa Global Gateway, que se suma a los 10 000 millones de euros ya asignados al Corredor Medio. La nueva financiación incluye 3000 millones de euros, 2500 millones para las MPEs, 6400 millones de euros para la transición ecológica y apoyo específico para el desarrollo de las energías renovables en toda la región.

Sobre el terreno, la industria europea está cada vez más activa en la transición ecológica de Asia Central. En particular, se han comprometido 1 600 millones de euros para la mina de cobre de Almalyk, en Uzbekistán, mientras que la empresa alemana Svevind está impulsando un proyecto a gran escala de hidrógeno verde en Kazajistán. En Uzbekistán, el BERD está apoyando una instalación de hidrógeno renovable en colaboración con ACWA Power y Uzkimyosanoat.

 

Posicionamiento de la UE en una dinámica regional en evolución

Si bien la UE está intensificando su compromiso, opera en un entorno concurrido y competitivo. Otros actores internacionales también están profundizando su presencia en el panorama energético de Asia Central, cada uno con intereses estratégicos y económicos distintos.

China sigue profundamente arraigada en la región a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), con una inversión de más de 105 000 millones de dólares en Asia Central durante las dos últimas décadas. Pekín también está pasando de los combustibles fósiles a las energías renovables y a la participación en sectores estratégicos.

Arabia Saudí, a través de ACWA Power, ha comprometido 15 000 millones de dólares para Uzbekistán (su segunda mayor inversión después de las realizadas en el propio reino), destinando el 87 % a proyectos de energía eólica, hidrógeno verde y solar.

Aunque Estados Unidos solo tiene una participación moderada en el sector de las energías renovables (y es probable que aún menos bajo la segunda administración Trump), apoya las exportaciones de electricidad a través de iniciativas como CASA-1000 y promueve los vínculos comerciales a través del Corredor Lapislázuli para fortalecer el comercio de Afganistán y Asia Central con Europa y la región euroasiática en general.

Aunque tradicionalmente fuerte en el sector de los combustibles fósiles, la influencia de Rusia en Asia Central ha ido disminuyendo gradualmente desde su invasión de Ucrania, sobre todo porque carece de la capacidad de energía verde necesaria para competir con las inversiones específicas de los Estados del Golfo y la creciente presencia de China en la región.

Turquía también está ganando terreno, aunque su inversión en energías renovables sigue siendo modesta y se centra más en el diálogo político y la facilitación del comercio que en proyectos de infraestructura.

Reconociendo su creciente importancia geopolítica, los Estados de Asia Central están afirmando cada vez más su autonomía estratégica mediante una diplomacia multivectorial y marcos como el formato C5+1. Equilibrando cuidadosamente sus relaciones con Rusia, China, la UE y otros actores políticos importantes, los países de Asia Central tratan de salvaguardar su soberanía nacional, promover el desarrollo económico y elevar su posición internacional.

 

Oportunidades y retos para una mayor implicación de la UE

La región de Asia Central ofrece importantes oportunidades para profundizar la cooperación con la UE. Como parte de su compromiso con la transición ecológica, los Estados de Asia Central se han fijado objetivos cada vez más ambiciosos en materia de energías renovables.

Kazajistán se ha fijado el objetivo de generar el 15 % de su electricidad a partir de energías renovables para 2030, aumentando este porcentaje al 50% para 2050. Por su parte, Uzbekistán ha elevado su objetivo de energías renovables para 2030 del 40% al 50 % del consumo total de energía. Tayikistán, que ya obtiene el 98 % de su electricidad de la energía hidroeléctrica, está invirtiendo ahora en energía solar y eólica para diversificar su mix energético y mejorar la seguridad energética. Kirguistán también está ampliando su cartera de energías renovables más allá de la energía hidroeléctrica. Se están llevando a cabo proyectos piloto de hidrógeno verde en Kazajistán y Uzbekistán, y Tayikistán se ha fijado el objetivo de producir un millón de toneladas para 2040.

La propuesta de valor de la UE en Asia Central se basa en su compromiso con el desarrollo sostenible, la gobernanza transparente y el desarrollo de capacidades a largo plazo. Sin embargo, traducir estos principios en un compromiso efectivo sobre el terreno plantea una serie de retos. Las deficiencias en las infraestructuras, en particular en las redes eléctricas transnacionales, siguen obstaculizando la integración regional. Al mismo tiempo, la UE se enfrenta a una intensa competencia financiera, ya que los Estados del Golfo y China suelen proporcionar capital más rápido y con menos condiciones.

Los distintos marcos jurídicos, reglamentarios e institucionales de la región complican aún más la ejecución de los proyectos. Para lograr un impacto real, será necesario realizar inversiones específicas en la mejora de las infraestructuras de la red y aunar esfuerzos para armonizar los entornos normativos a fin de permitir el comercio transfronterizo de energía.

 

Impulsar las asociaciones estratégicas a largo plazo

El impulso de la UE no es solo una política climática, sino más bien una inversión estratégica en relevancia geopolítica a través de la sostenibilidad. Si Bruselas cumple sus promesas, se distancia de los modelos extractivos e institucionaliza las asociaciones energéticas, puede convertirse en el socio preferido de la región.

El liderazgo de Alemania, basado en su experiencia industrial y en energías renovables, será fundamental. En un mundo marcado por la urgencia climática y la conectividad competitiva, la combinación de inversión, credibilidad y ambición de la UE puede ser su mayor baza.

Es importante que la UE evite considerar a actores regionales como Arabia Saudí y Turquía como competidores. En su lugar, debe buscar una colaboración estratégica. Arabia Saudí, a través de ACWA Power, aporta importantes recursos financieros y se posiciona como una potencia media pragmática que no amenaza el crecimiento potencial de la UE en la región. Turquía, con su afinidad cultural, sus vínculos regionales y su papel cada vez más importante en el avance del Corredor Medio, representa un valioso aliado para promover tanto la conectividad como el desarrollo sostenible en la región.

A la luz de la arraigada presencia de China en la región, principalmente a través de la “diplomacia de la trampa de la deuda”, los Estados de Asia Central se muestran cada vez más cautelosos ante los riesgos de la dependencia excesiva. Buscan activamente diversificar sus asociaciones comerciales. La UE puede desempeñar un papel fundamental en el apoyo a esta trayectoria, facilitando el acceso a mercados mundiales más allá de China y Rusia, y fomentando así un entorno exterior más equilibrado y mutuamente beneficioso.

Además, los gobiernos de Asia Central son especialmente receptivos a la cooperación en ámbitos en los que la UE tiene una clara ventaja comparativa, como las energías renovables, las materias primas críticas y el desarrollo de corredores de transporte resilientes. Si Bruselas es capaz de obtener resultados tangibles en estos ámbitos, su presencia en la región no solo tendrá un impacto económico, sino también diplomático y estratégico duradero.

 

Alineación con objetivos fundamentales

En medio de la cambiante dinámica del poder mundial, Asia Central está emergiendo como un nexo estratégico en la evolución de la política exterior de la UE, donde se cruzan los imperativos de la transición hacia la energía limpia, la resiliencia de las cadenas de suministro y la autonomía geopolítica. Con abundantes reservas de materias primas críticas, un inmenso potencial de energía renovable y una ubicación estratégica a lo largo de rutas como el Corredor Central, la región ofrece más que oportunidades económicas: presenta una vía hacia una mayor resiliencia.

Desde un punto de vista estratégico, una mayor implicación en Asia Central se ajusta perfectamente a los objetivos fundamentales de la UE: acelerar la transición ecológica, reducir la dependencia de las cadenas de suministro rusas y chinas y promover una conectividad transparente y basada en normas en toda Eurasia. Esta asociación emergente trasciende, por tanto, los límites de la cooperación económica. Se trata más bien de una inversión geopolítica a largo plazo en la sostenibilidad, la estabilidad regional y la influencia de la UE en un orden internacional multipolar en evolución.

Para alcanzar estos objetivos, la UE deberá institucionalizar su compromiso con Asia Central, sobre todo a través del marco Global Gateway, a fin de garantizar que las aspiraciones normativas se traduzcan efectivamente en asociaciones duraderas y mutuamente beneficiosas. Asia Central está bien posicionada para convertirse en un pilar estratégico de la arquitectura verde y geopolítica en evolución de Europa.

Artículo traducido del inglés de la web de Internationale Politik Quarterly (IPQ).

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